El viernes 18 de marzo de 2016, lo que parecía una jornada tranquila para Marcelo Forchieri, un analista funcional que se desempeña en OSDE, quedará marcado en su vida como un recuerdo imborrable. Ese día, al mediodía y, con el objetivo de aprovechar el horario del almuerzo, se dirigió a la zona de Recoleta para realizar trámites. De regreso a su oficina escuchó gritos a un costado de la calle. Sorprendido, decidió acercarse para ver qué estaba sucediendo. En medio de un tumulto de gente y caras de desesperación, dos hombres mayores y una niña pequeña trataban de sostener a una mujer que yacía sobre la vereda. Inmediatamente Marcelo, que había realizado el curso de RCP (reanimación cardiopulmonar), al ver que la mujer no respondía, decidió actuar.
No había tiempo para esperar y cada minuto en esa situación es fundamental. Mientras le pedía al encargado de un edificio que llamara al 107 de emergencias, comenzó con las maniobras de reanimación cardiopulmonar, abstrayéndose de todo lo que sucedía a su alrededor. Aplicó todo lo que había aprendido en esas clases para intentar que la mujer reaccionara. Mientras Marcelo ayudaba a la mujer, Amparo, su hija con autismo, comenzó a gritar y a golpearlo, pero él no se detuvo y continuó con las maniobras mientras cantaba muy bajito. Stayin’ Alive, la canción de Bee Gees, que, según la AHA (American Heart Association), sirve como referencia para realizar la RCP y sostener el ritmo correcto en las compresiones. Sin detenerse, continuó con todo lo aprendido hasta que llegó la ambulancia.
Cuando la situación parecía más controlada, la niña sonrió; lo tomó de la mano; lo acarició y le prestó su muñeco. Marcelo recuerda que todo lo sucedido lo marcó de tal manera que apenas pudo contestar las preguntas de los familiares de la señora. Lo único que recuerda fue su contacto con la niña.
La nota recibida en su trabajo era un agradecimiento que aún hoy lo llena de orgullo y satisfacción. De manera simple y emotiva, entre otras cosas, se le expresaba que era la primera vez en mucho tiempo que Amparito sonreía y compartía con alguien extraño su muñeco.
Alberto Vidal, Ignacio Vidal y Daniela Pagliaricci.
Una calurosa tarde de verano, Ignacio Vidal golpeó su cabeza con el fondo de una pileta que lo dejó inconsciente; sin respiración. Alberto, su papá, de inmediato lo sacó del agua y comenzó a practicarle RCP mientras esperaban que llegara una ambulancia. “De repente apareció una voz. Hoy diría que era la voz de un ángel que nos tranquilizó”, cuenta Alberto. Esa voz era la de Daniela Pagliaricci, de la línea de Riesgo de Vida de Osde que le pidió que pusiera el altavoz para ayudarlo.
Como Alberto tenía conocimientos de RCP todo fue más fácil. “Sigan, sigan, no abandonen que la ambulancia está a seis minutos”, eran las palabras de Daniela que Alberto no deja de recordar con amor. A Ignacio le realizaron RCP hasta la llegada de la ambulancia. Gracias a los conocimientos de su papá y a la ayuda de su “ángel”, hoy Ignacio se está recuperando.
Para OSDE es fundamental acercar esta técnica simple para poder así ayudar frente a estas situaciones imprevistas. Por eso, desde 2009 en todo el país llevan adelante -a través de su red de filiales- diferentes tipos de capacitaciones, dirigidos a cubrir las necesidades de cada público. Todos los cursos tienen el mismo objetivo: brindar herramientas para poder actuar ante un paro cardiorespiratorio en una instancia extrahospitalaria. Además, los cursos incluyen la maniobra de desobstrucción de la vía aérea, herramienta fundamental para atención inmediata en casos de atragantamiento. La organización de salud entiende que estas acciones dejan una capacidad instalada en instructores y asistentes al curso que pueden hacer una diferencia entre la vida y la muerte.
Estas personas capacitadas actúan a su vez como multiplicadores de esos conocimientos en sus ámbitos de pertenencia. En los 12 años de trayectoria del programa, se han realizado más de 1.200 cursos y charlas en todo el país. Esto impacta en más de 45.000 personas capacitadas. De este total, 30.553 corresponden a los últimos tres años. Actualmente, la organización cuenta con 125 DEA (desfibrilador externo automático) instalados en todo el país. Durante la pandemia, las capacitaciones continuaron de manera online con la participación –hasta el momento- de más de 7.000 personas de todo el país.
1 persona
muere cada 15 minutos de paro cardíaco súbito.
70% de esos casos
ocurre en el ámbito extrahospitalario.
La RCP es la técnica que restablece la circulación sanguínea facilitando la llegada de oxígeno a los órganos y tejidos ante un paro cardiorespiratorio. Este procedimiento puede ser aplicado por no profesionales cuando se cuenta con la preparación necesaria, y permite salvar vidas o prevenir y evitar lesiones futuras que pueden producirse mientras se espera la ayuda profesional.
Si una persona no responde a estímulos, no respira o su respiración es anormal es necesario comenzar cuanto antes con la RCP.
Llamá al numero local de emergencias medicas (107, 911 o el numero local correspondiente). Además, pedí en el lugar un desfibrilador externo automático (DEA).
Entrelazá tus manos y comprimí fuerte y rápido el centro del pecho -donde las costillas se unen al esternón- hasta la llegada del personal entrenado.
Presioná el centro del tórax con una sola mano.
Presioná el centro del tórax con los dedos índice y mayor, o bien, con los 2 pulgares de ambas manos. En el caso de que no puedas alcanzar las profundidades recomendadas (al menos un tercio del diámetro del pecho), podés utilizar el talón de una mano.
La RCP de alta calidad puede aumentar las posibilidades de supervivencia de la madre y del bebé. Las compresiones se realizan igual que en cualquier adulto. Si la mujer comienza a moverse, hablar, parpadear o reaccionar de otra manera, hay que detener la RCP y girarla sobre su lado izquierdo.
No debe ser menor a 100 compresiones por minuto ni mayor a 120.
DESDE LOS 8 AÑOS: mínimo 5 cm. DE 1 A 8 AÑOS: 5 cm. HASTA 1 AÑO: 4 cm.