Pymes de cara al futuro: el desafío de transformarse
Los avances tecnológicos, el reconocimiento de la individualidad, las organizaciones flexibles, la democratización del acceso al conocimiento y la integración del ámbito personal y el laboral mediante las herramientas digitales, están impactando en los recursos humanos de las pymes y empresas del mundo, incidiendo en la creación de valor y transformando la concepción misma del trabajo.
En los últimos años se acentuaron, con cada vez más énfasis, los siguientes cuatro aspectos en torno a los recursos humanos del presente con una mirada hacia el futuro. Algo que toda pyme debería tener en cuenta.
Adicionalmente, se observa que con la llegada del coronavirus la adopción de estas tendencias se aceleró aún más. La pandemia tuvo un gran impacto en el mundo del trabajo, ya que las organizaciones se vieron obligadas a adaptarse al nuevo contexto de manera repentina. Esto generó que los procesos relacionados a la incorporación de nuevas tecnologías y el futuro del trabajo se acelerarán.
La apropiación de los avances tecnológicos eliminó las fronteras geográficas, permitiendo que muchos trabajos se den en cualquier momento y lugar. En este sentido, las actividades comenzaron a ser más eficientes por la eliminación de los tiempos de traslados de las personas hasta sus lugares de trabajo. Asimismo, surgieron nuevas profesiones que antes no existían, a la vez que también aparecieron nuevas formas, que son más flexibles, para realizar los trabajos.
La tecnología está impactando hace varias décadas en la productividad laboral y económica para aumentar la calidad de vida de las personas. Su apropiación modificó las formas de concebir los ámbitos laborales. En este sentido, se eliminaron las fronteras geográficas, permitiendo que muchos trabajos se den en cualquier momento y lugar, se reemplazaron actividades disminuyendo los tiempos de las tareas rutinarias.
A su vez, el avance de la cultura digital contribuyó a una transformación positiva en la forma de pensar y de actuar de los colabores, lo que conlleva a tomar decisiones más acertadas y eficaces. Asimismo, se está viendo que las empresas son cada vez más éticas tecnológicamente, lo que las lleva a desarrollar marcos de transparencia corporativa que regulen su uso y desarrollo en los distintos procesos.
Las personas quieren ser reconocidas desde su individualidad dentro de las organizaciones, como personas que poseen sus propias motivaciones, talentos, oportunidades de desarrollo, momentos y proyectos de vida. Valoran ser escuchados y tenidos en cuenta.
Esto ocurre porque las personas no pretenden ser tratadas como miembros de un grupo, sino como individuo que tiene rasgos de personalidad únicos que aportan competencias, formas de ver las cosas, actitudes, motivaciones y comportamientos que hacen la diferencia. El reconocimiento de la individualidad es el principal aporte para que la diversidad sea efectiva y eficaz, ya sea de conocimientos, ideas o experiencias, repercutiendo positivamente en el “todo”. Tanto los resultados a corto, a mediano como a largo plazo, son más acertados cuando se basan el trabajo en equipo y para ello es fundamental potenciar el aporte de cada persona desde su individualidad.
En base al reconocimiento de la individualidad, se desprenden otras subtendencias que impactan en las formas de comunicación organizacional. Los viejos esquemas verticales de comunicación están siendo erradicados. Hoy los empleados también son los mismos emisores que demandan experiencias más transparentes que aporten un plus de valor y bienestar a la vida cotidiana. Es fundamental ver el entorno para generar procesos de comunicación más enriquecedores. Esto responde a la necesidad que tienen los empleados de sentir que pueden interactuar de manera permanente y natural con la empresa.
A raíz de esto, las organizaciones buscan líderes que potencien su propia individualidad y la de sus colaboradores desde el reconocimiento de la diversidad que coexiste en su compañía mediante la disminución de sus propios sesgos inconscientes. Asimismo, también se está reconociendo la individualidad desde la diversidad; es decir, a través de esquemas de remuneración diferenciados y flexibles, de acuerdo con el momento y proyecto de vida de cada persona. De esta manera, las empresas buscan personas que se identifiquen con su cultura organizacional acentuando la afinidad cultural de sus valores y principios, para que se apropien de sus objetivos.
Existe una nueva forma de trabajar donde el liderazgo y la toma de decisiones se distribuyen de forma horizontal en lugar de ser establecidas por una jerarquía. Esto les permite a las compañías responder de manera oportuna a las velocidades del entorno teniendo en cuenta la volatilidad, incertidumbre, complejidad, ambigüedad, velocidad e interconexiones que lo caracterizan.
Por esta razón, las empresas necesitan ser flexibles para adaptarse al entorno y mantenerse competitivas en el mercado, así como para atraer y fidelizar a los mejores talentos. Dentro de la flexibilidad laboral, están surgiendo nuevas tendencias que grandes empresas y pymes están aplicando en sus esquemas organizacionales.
En este contexto, la contratación de personas por proyectos u objetivos puntuales donde se rompen las fronteras geográficas, el compartir responsabilidades entre dos o más empleados donde se puede alternar horarios para que cada uno pueda dedicarle tiempo a lo que deseen, la posibilidad de generar intraemprendimientos donde los individuos puedan generar nuevas oportunidades dentro de la compañía en la que trabajan, o bien la no exclusividad laboral que fomenta la autonomía y brinda la posibilidad de que las personas puedan relacionarse con distintas empresas de manera simultánea, son algunos de los ejemplos que poco a poco comienzan a instalarse dentro del mercado laboral actual.
Los avances tecnológicos tienen un gran impacto en la capacidad de aprender, no solamente por democratizar el acceso al conocimiento sino porque hace que los cambios sean más rápidos, obligando a mantener un aprendizaje permanente. Las personas no se preocupan por aprender, sino por su capacidad de hacerlo.
Los cambios rápidos en el entorno y la resignificación de lo que es trabajar está llevando a las personas a mejorar sus habilidades y competencias permanentemente. Hoy el aprendizaje es móvil y se da en cualquier lugar, lo cual elimina las fronteras entre el aprendizaje formal e informal y lo convierte en un modo de vivir.
Las empresas deben promover que cada individuo se haga cargo de su propio aprendizaje para adquirir y aplicar nuevos conocimientos. En este sentido, está surgiendo una nueva ética: el aprendizaje pasa de ser una actividad competitiva e individual a ser una actividad colaborativa, desarrollada desde la interdisciplinariedad.
Las formas de adquirir conocimiento en la actualidad, genera un valor agregado a las personas, como por ejemplo, la capacidad de empleabilidad para trabajar ahora y en el futuro, ya sea en el mismo o en diferente lugar. Las personas se seleccionan por sus valores, competencias, experiencias y potencial de crecimiento, y no por sus diplomas.
El aprendizaje, a su vez, se potencia con la demanda ya que los programas académicos tradicionales se desactualizan fácilmente y los diplomas quedan obsoletos. Por eso, las empresas están ofreciendo a sus empleados acceso a cursos cortos para que adquieran conocimientos que necesitan, eligiendo la forma y el medio. No obstante, cabe destacar que el mejor aprendizaje es aquel que logra encontrar un equilibrio entre la educación digital y presencial, ya que en la interacción con otras personas se fomenta el intercambio de experiencias, promoviendo la autogestión, indispensable para la vida misma, no solo para el ámbito laboral.
Para que las empresas y pymes obtengan resultados más acertados, es indispensable que estén a la vanguardia de estas tendencias de talento humano. Las mejores propuestas de valor que ofrezcan las empresas serán aquellas que trasciendan las fronteras de lo meramente económico y que también incluyan al plano de lo emocional, lo mental y lo físico para obtener una sensación de bienestar general que perdure en el tiempo.
FUENTE: Observatorio de Tendencias SURA
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Como consecuencia del brote de COVID-19 que afectó a todo el mundo, tanto las personas como las organizaciones debieron adaptarse a este contexto, en donde el distanciamiento social es una de las claves para evitar contagios. Para ello, los individuos generaron nuevas rutinas y hábitos en línea con la obligación de quedarse en casa y así surgieron nuevas maneras de consumir y se acentuaron algunas tendencias que ya se estaban observando.
En este sentido, se profundizó el desarrollo de un mayor nivel de conciencia sobre el impacto que las actividades diarias tienen en el medio ambiente. Son muchas las notas en distintos medios visibilizando cómo el agua de los ríos se ha tornado más cristalina y cómo ciertas especies animales volvieron a aparecer en lugares en donde hace tiempo no se los veía. Si bien, ya existían grupos de consumidores que habían adoptado comportamientos socialmente responsables e impulsando acciones de protección hacia el medio ambiente y la comunidad, esta pandemia ha demostrado de manera práctica, el impacto que generan nuestros hábitos sobre el medio ambiente y ha comenzado a transformar la forma en la que consumimos.
Estos cambios en los hábitos y comportamientos se traducen en una mayor exigencia para las pymes, quienes deberán adaptar su oferta y sus procesos a estas nuevas necesidades de un consumidor empoderado, consciente y que tiene cada vez más poder gracias a las redes sociales y el acceso de la información. Así nacen las empresas “con propósito”, es decir, aquellas que buscan generar un impacto positivo en el mundo.
Estas tendencias abarcan a industrias de lo más diversas, como la gastronomía, el reciclaje, la moda y hasta la cosmética, por nombrar solo algunas. En sus audiencias emergen nuevos factores de decisión relacionados con las características sociales, ambientales e incluso laborales en torno a la cadena de producción de bienes y servicios y frente a las consecuencias o impactos posteriores que éstos pueden tener.
¿Por qué sucede esto? los consumidores buscan conectarse con las pymes y las organizaciones en un nivel más profundo, con un “propósito” que les permita tener una conexión emocional.
Las personas toman en serio los problemas sociales y ambientales, y esperan que las empresas sean transparentes y responsables de su impacto ambiental y social
De esta manera, surgen iniciativas por parte de instituciones, activistas y empresas, buscando concientizar e informar las posibles consecuencias sobre cómo nuestras compras pueden interferir de una forma positiva o negativa en materia económica, social y medioambiental.
En la actualidad, el consumidor es un eslabón clave para la competitividad de las pymes. Cada una de las fases productivas empieza a cobrar mayor relevancia, dado que el consumidor empoderado hace foco en cómo se producen las cosas, con quién, en qué condiciones se produce, con qué materia prima y toda la cadena de suministro sobre el ambiente y la comunidad.
Las personas, de una manera individual o colectiva, desarrollan su poder y autoridad. En diversas situaciones, potenciando sus cualidades y competencias dentro de su comunidad y logrando una mejor calidad de vida y el bien común, entre otros aspectos.
La informática, las tecnologías y las redes también cumplen un rol central con la toma de decisiones generando más autonomía gracias a las herramientas que le permiten comparar y tomar la mejor decisión.
Las personas toman un rol más activo en el control de su propia vida y de su entorno
Una de las tendencias que mejor grafica a las relaciones de transparencia y moderamiento es la hiperconectividad, dado que abre los canales y otorga las herramientas para conectarse con públicos que comparten intereses y causas comunes, amplificando la voz individual para generar una presión colectiva sobre lo que ocurre.
A su vez, un mayor acceso a la información y el hecho de que la gente se dé cuenta de que puede luchar por sus derechos, hizo que las personas eleven su voz para poder tomar decisiones que mejoren sus vidas.
Los canales digitales habilitan la posibilidad de expresarse y hacerse notar con mayor efectividad para obtener resultados, lo que obliga a las empresas a cuidar su exposición y su activo reputacional
Estos cambios en un mundo globalizado y consumista y, los constantes debates sobre el cuidado del mundo y el medio ambiente generaron que las personas tomen en serio los problemas sociales y ambientales, y esperan que las empresas sean transparentes y responsables de cómo impactan en la sociedad. En el contexto de la pandemia, los consumidores exigen aún más el compromiso de las marcas, exigen acciones concretas que estén al servicio de las personas. Es un momento único para sembrar y construir esa relación con los consumidores. Este es el principal desafío de las pymes, quienes a priori poseen una estructura donde las modificaciones pueden resultar más difíciles de aplicar, llevarlo a cabo les permite flexibilizarse y adaptarse al entorno.
De esta manera, se genera un círculo virtuoso donde las marcas están demostrando su verdadero compromiso y, con esto, ganando confianza y fidelidad entre los consumidores.
FUENTE: Observatorio de Tendencias SURA
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En la era de la hiperconectividad y la vida virtual, los consumidores toman conciencia de su seguridad y privacidad y prevalecen las experiencias por sobre la posesión de los objetos. ¿Cómo responden las empresas ante estos nuevos escenarios?
Los avances tecnológicos han ido evolucionando muy rápidamente y se han convertido en una pieza fundamental de la vida cotidiana. Hoy, la mayoría de las actividades se han digitalizado y las formas en que se desarrollan han cambiado rotundamente, ya sea desde el modo en que se relacionan las personas, la elección de un determinado producto o servicio, o la manera en que eligen entretenerse.
En este sentido, los consumidores desarrollaron una vida virtual en la que se conectan con otros actores en un ambiente digital a través de Internet, especialmente mediante el uso de redes sociales. Una de las enseñanzas que nos dejó el tiempo de aislamiento por el coronavirus, es que la tecnología es el gran habilitador y que estamos a un click de distancia de conectarnos con los afectos, que la nube nos permite implementar teletrabajo y mantener la operación del negocio y que el consumo a través de canales digitales es posible para múltiples rubros.
En este contexto de uso intensivo de los canales digitales, las personas son cada vez más conscientes de que su seguridad y privacidad podrían estar en juego debido a la creciente vulnerabilidad a la que están expuestas. Es por ello por lo que la ciberseguridad se convirtió en un factor fundamental para que las pymes puedan brindar confianza a sus clientes y proveedores.
Otro enfoque a que se vuelve relevante para las personas, ante estos nuevos estilos de vida hiperconectados, es la búsqueda de un balance físico, mental y emocional para mantener una vida equilibrada. Para lograrlo, éstas adoptan hábitos saludables y tienen un enfoque más holístico de la salud, la cual se vuelve un nuevo símbolo de estatus. Por esta razón, se vuelve relevante que las pymes se enfoquen en impactar positivamente la salud de sus clientes.
En la sociedad consumista actual la satisfacción está en vivir una vida feliz y significativa, creando, compartiendo y capturando recuerdos que abarcan el espectro de la vida. Las redes sociales también parecen haber ayudado a acelerar la creciente demanda de experiencias, siendo éste el caso de los blogs, que se vuelven una de las principales referencias para los futuros clientes.
Expertos en psicología de las universidades de San Francisco y Cornell muestran que las personas sienten mayor bienestar cuando tienen experiencias de vida. En este sentido, el consumidor valora más la experiencia en el uso o en los servicios, que la posesión de estos.
Estas características pueden encontrarse reunidas en los millennials, que, si bien no son la única generación que se preocupa por los consumos, el ambiente y la transparencia en las empresas, son los principales influenciadores de esta “misión”. Justamente por esta razón y estos cambios de hábitos, las empresas están actuando y desarrollando estrategias para basarse en brindar recuerdos memorables a sus consumidores para generar el impacto deseado.
Las necesidades del consumidor actual y del consumidor del mundo actual, ya no son satisfechas por la mera adquisición del producto o servicio, sino que se basan en la búsqueda de experiencias que también los satisfaga desde el plano emocional.
En consecuencia, las empresas están actuando y desarrollando estrategias para basarse en brindar recuerdos memorables y permitiendo que sus consumidores participen de acciones nobles, con impactos positivos en otras personas o empresas, y esta tendencia se acentuó aún más en tiempos del COVID-19. Las pymes inevitablemente tendrán que reinventarse, y tienen una oportunidad si saben capturar estas tendencias a tiempo, poder brindar transparencia en el uso de los datos siguiendo estándares de seguridad digital, enfocarse en las experiencias que brinda su negocio o servicio (en el proceso de compra, en la manera de recibir el producto o en lo que ofrece). Estamos ante un consumidor que está cada vez más empoderado gracias al acceso a la información y las redes sociales, es tiempo de poner a las personas en el centro, escuchar sus necesidades para atender esas demandas que desafían cualquier pandemia.
Sólo de esta manera podrán mantenerse competitivas en el tiempo, ya que la detección temprana de las tendencias del entorno puede ser un factor de oportunidad para enfrentar los cambios que se están dando en el mundo.
FUENTE: Observatorio de Tendencias SURA
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El mundo está cambiando vertiginosamente y esto repercute en nuestra forma de vida. En el entorno actual, donde la hiperconectividad nos atraviesa en todos los aspectos, las personas están modificando sus hábitos de consumo. Las nuevas generaciones empiezan a considerar al tiempo como un punto crítico para sus vidas, por lo que son menos propensas a trasladarse a la hora de comprar y optan por consumir en tiendas digitales.
Esto genera grandes cambios en la adquisición de un producto o servicio, que ya no se basa solamente en la presencia del cliente en el local de una compañía. Ahora el consumidor tiene la posibilidad de comprar online o de informarse sobre lo que quiere adquirir antes de movilizarse hacia la tienda física y, de esta manera, realiza una compra más consciente, rápida y cómoda para su estilo de vida.
Estos cambios se vieron potenciados por los efectos que tuvo el brote de COVID-19 sobre el estilo de vida de las personas, dado que muchos debieron consumir casi exclusivamente a través de canales digitales para cumplir con la cuarentena. Debido a ello, tanto las grandes empresas como las pymes se vieron obligadas a trasladar sus canales de venta al plano digital para poder seguir siendo competitivas en el mercado.
Las empresas que detectaron a tiempo y se anticiparon a la tendencia, ya habían encontrado la solución a las necesidades de los consumidores mediante, por ejemplo, la implementación de diferentes acciones de automatización de compras para poner la tecnología a su servicio, facilitar métodos de pagos y ofrecerles soluciones inmediatas que faciliten la vida de sus clientes. Esto repercutió en los canales de distribución también, que ya no son invisibles y pasan a tener un peso muy importante en la forma en que se distribuye de cara a los consumidores.
A esto se suma que el incremento en el uso de los dispositivos móviles ha influenciado el desarrollo de tiendas inteligentes o conectadas, que buscan mejorar la experiencia de compra del cliente, ofreciéndole un trato personalizado. Todo esto debido a que, con la transformación digital, está surgiendo la necesidad de crear verdaderas experiencias de compra.
En este sentido, hoy existen técnicas de analítica de clientes que hacen posible descubrir información sobre ellos para poder mejorarles estas vivencias. Mediante su comportamiento digital se puede acceder a información como quiénes son, qué quieren y qué hacen, y cómo se contactan con ellos. El correcto manejo de estos datos facilita el desarrollo de experiencias personalizadas que consiguen captar la atención de los usuarios con más eficacia y obtener su fidelización.
Las distintas exigencias de los clientes derivan en la capacidad de las empresas en estar presentes en todas partes y al mismo tiempo. Gracias al desarrollo de redes flexibles y la optimización de costos en la cadena, con una logística conectada y colaborativa, la ubicuidad es posible. Además, modelos comerciales novedosos acercan el proceso de producción al consumidor, reducen los plazos de entrega y dan apoyo y un mayor acierto a lo entregado.
Dentro de la ubicuidad, los nuevos modelos de entrega empiezan a cobrar mayor relevancia y se convierten en un factor que influye en la toma de decisiones de los consumidores. La simplicidad para encontrar y comprar un producto y la velocidad en la que este llega a destino, son factores diferenciales que deben ser atendidos por las empresas. Mientras tanto, el factor humano empieza a cobrar mayor entidad en otra parte de los procesos de distribución, que pueden ir desde la supervisión, logística, investigación, diseño, encuestas de satisfacción, experiencias de clientes, entre tantas otras actividades.
Esto concluye en que las tareas en el punto físico se ven modificadas y así se comienza a optimizar los recursos y costos, principalmente los problemas vinculados con la emisión de carbono.
Los medios de transporte alternativos para la distribución de mercancías generan mayor accesibilidad y oportunidad en las entregas. Asimismo, el uso de vehículos eléctricos, junto a las instalaciones inteligentes y las fuentes de energía renovables ayudarán al ahorro de emisiones de carbono.
Algunos ejemplos de esto son la empresa Servientrega, la cual usa ecobicis y Green Cars para sus entregas; la firma Matternet, quien realiza entregas con drones en el sector sanitario; la compañía Alibaba, que hace envíos con robots sin conductores que entregan pedidos a los hogares de los clientes; y Vision Ban, que reparte a través de una furgoneta de última milla con drones.
Otro ejemplo puede ser el caso de las Amazon box, que hace mucho más eficiente el traslado de mercaderías y más simple para el cliente acceder a sus compras, ya que puede elegir el punto de recogida dentro de su circuito habitual de movilidad.
Con respecto a la estrategia de distribución, tanto las grandes empresas como las pymes fueron respondiendo a través del tiempo a los cambios de hábitos de los consumidores y a la explosión de distintos formatos, reduciendo actores de la cadena y generando una disminución significativa en los costos logísticos. Uno de los nuevos cambios está vinculado a que el distribuidor reemplaza al fabricante, ya que está presente en toda la cadena de valor: desde la producción a la comercialización, lo que les permite disminuir costos, tiempos y definir precios competitivos, logrando ser protagonistas de sus marcas.
Por otro lado, la logística colaborativa refiere a un proceso de entrega en el día, rápido o bajo demanda. Así, se puede reducir el tiempo de inactividad por retrasos en el tráfico, operaciones de carga, retrasos de comunicación o procesamiento ineficientes en torno a cotizaciones, acuerdos de precios, seguimiento de envíos y cobros. Un claro ejemplo de esto se está viendo en tiendas adheridas a Pickit, una nueva forma de hacer negocios, donde las plataformas disruptivas permiten a los compradores online elegir cuándo y dónde retirar sus paquetes, como es el caso de PedidosYa,Uber, AirBnB, Cabify, entre otras.
Las necesidades de los consumidores se relacionan con la rapidez y la omnicanalidad - es decir, la disponibilidad de canales interconectados que permiten mejorar la experiencia del cliente-. Los cambios inminentes dentro de la logística colaborativa y de distribución, conllevan a que las grandes empresas y pymes opten por generar relaciones transparentes y confiables con sus clientes mediante la implementación de acciones de trazabilidad que den cuenta de los productos y servicios desde el momento de la compra hasta el momento de la entrega.
En este sentido, los fabricantes aprovechan las tecnologías y modelos comerciales novedosos para acercarles a los clientes el proceso de producción, reducir plazos de entrega, brindarles apoyo y seguimiento y un mayor acierto en lo entregado. A través de la creación y el uso de plataformas digitales, distintas firmas mundiales han adoptado tecnologías como blockchain y códigos QR para monitorear e informar en qué etapa se encuentra el producto comprado.
Dentro de esta tendencia, el consumo responsable implica una mayor conciencia y exigencia por parte de los clientes, ya que es importante para ellos saber si los productos que compraron fueron elaborados de manera responsable. Esta actividad es conocida como trazabilidad con propósito social, ya que las empresas han desarrollado aplicaciones y plataformas que permiten a los clientes informarse en mayor medida respecto a los procesos, materias primas, gestión de desechos y en algunos casos, permiten conocer a las personas que están detrás del proceso de producción. Así, se promueven vínculos directos de transparencia y además se colabora con el ambiente y la comunidad, y se fideliza a los clientes.
Es importante destacar cómo el correcto manejo de datos permite hoy -tanto a la empresa como al cliente- intercambiar un gran volumen de información. Frente a un consumidor tan demandante e informado, el desafío de las pymes será buscar y encontrar las maneras de empatizar con el cliente, para reforzar los vínculos e identificar sus necesidades lo más rápido posible, mientras el entorno continúa modificándose.
FUENTE: Observatorio de Tendencias SURA
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El continuo avance de las tecnologías modificó las reglas del juego en todos los ámbitos. La movilidad sin dudas no es la excepción. Hacia finales de los 70 y comienzos de los 80, se pensaba que las formas de movilizarse iban a ser muy diferentes a las de ahora. Incluso el contexto actual de pandemia por el Covid-19, nos ha enfocado en la no-movilidad urbana, pero estamos sin dudas antes un punto de inflexión en el cual ya nada será como antes. Nos preguntamos ¿cómo será volver a circular por la ciudad después del aislamiento preventivo? ¿Qué cambios permanecerán en el tiempo?
Hace 50 años, quienes planificaban las políticas de movilidad construyeron grandes autopistas para poder llegar rápidamente en auto desde los suburbios al centro de la ciudad, pero, contrariamente a lo esperable, este modelo desembocó en constantes embotellamientos. Asimismo, se creó un aumento considerable de contaminación ambiental e importantes gastos a nivel económico.
Por este motivo, el paradigma se ha reformulado y se reformula constantemente, como está ocurriendo ahora con la situación de Coronavirus. Pero independientemente del hecho mundial que trasciende actualmente, el énfasis siempre estuvo puesto en que todos puedan desplazarse seguros por las ciudades, incluidas las personas con movilidad reducida o algún tipo de incapacidad motriz.
De este modo, se inicia una era de transformaciones en los valores, las instituciones, las industrias y la forma de hacer negocios. Tanto las personas como las empresas -ya sean grandes compañías o pymes- comenzaron a incorporar en sus vidas y operaciones la sostenibilidad como un criterio de decisión. Se ha generado una mayor conciencia respecto del impacto que tiene la movilidad en el ambiente y en la calidad de vida. Por ejemplo, en tiempos de cuarentena y gracias a la reducción en la circulación, se pudo ver de manera muy clara cómo se redujo la contaminación del aire en las grandes ciudades del mundo. Esto dejó en evidencia las emisiones que genera el tránsito diario en el ambiente.
En consecuencia, los consumidores eligen desarrollar y adoptar alternativas que resuelvan su movilidad de una manera más sostenible. Esto implica generar el menor impacto negativo para que las futuras generaciones puedan disponer de un planeta saludable en conexión con su bienestar y calidad de vida.
Aquí se destacan varias tendencias, como por ejemplo el ‘car-pooling’. Los vehículos que tradicionalmente eran usados exclusivamente para transportar a sus dueños hoy comenzaron a ser utilizados de un modo más eficiente compartiendo cada viaje con distintas personas, disminuyendo así los costos del viaje y la cantidad de autos en movimiento, y resolviendo la problemática para encontrar espacios libres para estacionar.
Incluso, una parte de la sociedad se estaría replanteando la idea de invertir su capital en la compra de un automóvil propio debido a que existen otras alternativas que optimizan tiempos y costos y fomentan una mejor calidad de vida. Por tal motivo, en desmedro del interés por poseer un vehículo propio, empezaron a aparecer diferentes alternativas de movilidad que funcionan en conexión con medios públicos.
Uno de los ejemplos más destacados de carpooling a nivel mundial es el de Maas Madrid, aplicación de movilidad compartida de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT), la cual tiene como objetivo lograr un servicio de movilidad que cambie el patrón “una persona-un coche”.
Si bien en la última década, los vehículos eléctricos fueron furor en cuanto a cuestiones de movilidad y tránsito vial, lo que realmente facilitó el ingreso a las ciudades fueron las bicicletas y patinetas eléctricas, que terminaron siendo los medios de transporte más utilizados por las personas, especialmente por aquellos a los que no les es posible comprar un vehículo propio.
En este sentido, fabricantes de la industria automotriz como Peugeot introdujeron al mercado la bicicleta eF01. También, Europa trabaja en la idea de desarrollar taxis voladores mientras China prueba un taxi aéreo de personas en un vuelo de prueba. Finalmente, TEB, el gigantesco autobús chino, se elevará por encima de los embotellamientos y esto impactará de lleno en la calidad de vida de todos los transeúntes, conductores y viajeros.
Sumado a esto, la empresa Toyota llevó a cabo en 2018 una flota de autos compartidos conocida como Car-Sharing. El sistema consiste en una plataforma de servicios de movilidad que permite que la persona retire el auto en un concesionario, lo utilice el tiempo que necesite, para luego poder devolverlo en otro punto de venta oficial.
Los actuales sistemas de comunicación influyen de manera directa en la forma de trabajar, aprender, relacionarse, entretenerse y vivir la vida. En consecuencia, las personas ya no necesitan estar presentes, por ejemplo, en el lugar a la hora de realizar compras. En este sentido, poder adquirir productos de manera digital y sin acudir a una tienda física es una de las tendencias que cobró más relevancia durante el aislamiento preventivo, muchos comercios comenzaron a explorar por primera vez el e-commerce.
Amazon es el gran ejemplo a nivel mundial de retail virtual en el que se puede conseguir productos de múltiples rubros y recibirlos en el domicilio en cualquier parte del mundo.
Otro de los beneficios que genera la hiperconectividad es el funcionamiento de tecnologías como IoT (Internet de las cosas) y los sistemas de asistencia a la conducción. En tiempo real, se propicia una conexión entre personas, procesos, máquinas y entorno.
Los cambios en el entorno son cada vez más veloces e implican nuevos riesgos que pueden afectar directamente en el negocio de una pyme. Por esta razón, es crucial que los empresarios logren detectarlos a tiempo y así mantener competitivo el negocio en un contexto donde la sustentabilidad es un factor determinante para la elección de los consumidores.
En términos de movilidad, las pymes deben buscar distintas maneras de adaptarse al nuevo entorno. Esto va desde la implementación de procesos logísticos sostenibles, hasta la fidelización de sus colaboradores y consumidores mediante opciones de movilidad sustentables que generen un diferencial en su propuesta de valor frente a la competencia.
En este sentido, el desafío para las firmas estará en flexibilizar sus procesos para poder adaptarse a un entorno que se encuentra en constante movimiento.
FUENTE: Observatorio de Tendencias SURA
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